El baremo que fija la indemnización por daños personales en accidentes de tráfico, en vigor desde 1995, ha quedado desfasado. Después de casi dos décadas, hay muchos más coches circulando por España que pagan su seguro obligatorio y se cuentan menos accidentes, pero las cuantías de las compensaciones que desembolsan las aseguradoras cuando eso ocurre son muy bajas con respecto a las europeas y dejan desamparados a algunos colectivos, como a las amas de casa —no reciben indemnización por perjuicio económico— o a los niños atropellados que no cruzaban por un paso de cebra. Mientras las empresas aseguradoras pelean cada cliente, inmersas en una guerra de precios para vender pólizas que cubren más por menos, las compensaciones actuales contribuyen, además, a hacer más profundo el agujero de las arcas del sistema de salud público, que debe asumir el cuidado de los heridos de larga duración.
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