La ITV es un trámite odiado por muchos, pero muy necesario para establecer un mínimo de preparación que garantice en mayor o menor medida la seguridad de un vehículo para circular por las carreteras. Es decir, es como un “seguro de la seguridad”, porque aunque no asegure al 100% que todos los coches que las pasen positivamente no tendrán fallo alguno, es un sistema de criba de los auténticos despropósitos rodantes que nos podemos encontrar.
Sin ir más lejos, el pasado 2011 se efectuaron 14.858.585 inspecciones técnicas de vehículos, de los cuáles cerca de 2.864.070 fueron rechazados. Esto quiere decir, si recordamos cómo funciona la ITV, veremos que esos casi tres millones de vehículos rechazados revierten en un aumento de la seguridad de todos, además de conseguir al Estado un ahorro importante en reparaciones, ahorro de costes por los heridos y muertos que se produzcan, y además un gran ahorro en emisiones de CO2 desbocadas.