Cuando viajo me fijo mucho en los coches de mi alrededor, y en qué hacen sus conductores, en cómo se comportan al volante. Veo de todo, como está claro para cualquiera que haga una cierta cantidad de kilómetros con cierta frecuencia. Lo que más veo es prisa, y también “hacerse el bueno” cuando se pasa por una zona de radar conocido (sí, levantar el pie hasta que circulan a menos de 110 km/h, para luego acelerar y volver a su velocidad de crucero habitual). En el último viaje que hice me pregunté por qué la gente se esfuerza en apurar al máximo las normas, el tiempo y el espacio, si lo que realmente sale barato es circular con calma, con tiempo, y sin arriesgar lo más mínimo. Como hoy es mi cumpleaños, me siento más filosófico de lo normal.