A nadie se le escapa que distraerse mientras se conduce es peligroso. Otra cosa bien distinta es la valoración íntima de cada uno sobre su propia capacidad para hacer varias cosas al mismo tiempo con cierta eficacia. A pesar de las sanciones, todavía es frecuente ver, por ejemplo, a automovilistas que no dudan en llamar por teléfono o hasta enviar un whatsapp con una mano mientras con la otra sujetan el volante. E incluso tienen tiempo de lanzar una rápida ojeada para comprobar que entre los coches que les rodean no haya alguna patrulla de la policía o la Guardia Civil vigilando. Y es poco probable que al hacerlo estimen la posibilidad de sufrir un accidente. Aunque hablar por teléfono sin usar el manos libres está expresamente prohibido, ¿distrae más que actividades permitidas como dictar un mensaje de texto o inevitables sentimientos como el disgusto que uno siente tras una pelea con el jefe de turno?