No es la primera vez que hacemos alusión a las campañas de sensibilización más enfocadas al impacto sensacional que a la reeducación vial. Hay quienes hasta la fecha albergábamos la convicción de que un anuncio sangriento no necesariamente causa un efecto disuasorio entre los conductores que presentan conductas de riesgo, ya que se inmunizan contra este tipo de mensajes, y sí en cambio pueden causar rechazo en buena parte de la sociedad, cuando no dolor en las propias víctimas de tráfico.
Esto es algo que ya habíamos explicado. Recuerdo el caso del verano de 2010, cuando se emitió aquella campaña de la DGT titulada ‘Todos sabemos cómo evitar un accidente’, que nos llevaba una reflexión más general sobre qué mensajes se transmiten y cómo se transmiten (parte 1, parte 2). Bien, pues ahora es un grupo de investigadores de la Universidad de Sevilla y la Universidad de Castilla la Mancha quienes han llegado a una conclusión que cae por su propio peso: el abuso continuado de la violencia visual en los anuncios de la DGT no salva más vidas.